What happens when nothing happens
Que pasa cuando no pasa nada
¿Qué sucede un día que no existe? ¿Puede pasar algo cuando no pasa nada, cuando no pasa ni el tiempo? ¿Qué tiene que ocurrir para que algo pase, para que lo consignemos y lo nombremos, lo recordemos y lo censemos. Para que lo enumeremos y lo interrogemos. Se cataloge e inventaríe, se fotografíe o se pinte. Cómo hacer visible lo invisible, qué es lo infraordinario cuando lo ordinario es que no pase nada.
Y entonces, de nuevo, qué sucede cuando no sucede nada. Y qué sucede dónde no sucede nada. What happens when nothing happens. Si no hay espacio ni hay tiempo qué puede ocurrir. Pregunta perecquiana, pregunta de aquél que un buen día de otoño se sentó en un banco cualquiera de una plaza parisina cualquiera donde no pasaba nada, salvo la vida, en un intento de hacer visible lo invisible, de agotar un lugar y un tiempo. Precursor de la neo-cartografía. Geógrafo de lo cotidiano y de lo humano. Cartógrafo de lo minúsculo y lo insignificante, de lo raro y lo común. De lo periférico y lo olvidado. Aquél que se propuso contar lo que no sucede o sucede todo el rato pero pasa inadvertido o no se ve. Aquél que se interrogaba sobre cómo dar cuenta de lo que ocurre cada día, cuando todos los días son iguales. Que se preguntaba cómo explicar “lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia: lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes”. O aquello que pasa realmente. Qué pasa con lo que vivimos, con el resto, todo el resto, ¿dónde está? “¿Cómo dar cuenta de lo que ocurre cada día y vuelve a ocurrir cada día, lo banal lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinariol, el ruido de fondo, lo habitual? ¿Cómo interrogarlo? ¿Cómo describirlo?”. Cómo interrogar el vagabundeo, la dispersión y la diáspora. ¿Dónde está el tiempo imaginado?, ¿cómo recuperarlo?, cómo llegar al tiempo recobrado. Y si el tiempo fuera espacio, si fuera un espacio despojado de todo, un lugar vacío. Un tiempo puro, sin acontecimientos. ¿Qué reseñaríamos entonces?, ¿qué retrataríamos? ¿Cómo sería ese libro? ¿Cómo sería el cuadro que pintaríamos?
Hay cuadros en los que no parece pasar nada. Pintores que pintan lo que pasa cuando no pasa nada, maestros del espacio y del tiempo inexistentes, del tiempo detenido y mudo. Poetas del silencio. Y también hay libros exhaustivos donde se consigna, como si de un cuaderno de campo se tratara, hasta el más mínimo detalle, donde todo pasa y todo está contenido. Y, sin embargo, no pasa nada. Hay libros minuciosos y libros infinitos. Hay libros que lo cuentan todo en un sólo día, un día cualquiera, y libros que se extienden por generaciones, generaciones anónimas. Hay mundos y promesas contenidos en un punto y aparte. Hay días en los que todo parece haber sucedido y días que ni siquiera existen. Días inventados.
El 29 de febrero es un día que no existe. O mejor que sólo existe en los años múltiplos de cuatro y ni siquiera en todos, si es múltiplo de 100, si termina en 00, solo será bisiesto si también es simultáneamente múltiplo de 400. Así, fue bisiesto el último cambio de siglo, el cambio del milenio, el cambio apocalíptico, el año 2000, pero no el anterior, el 1900. No existió el 29 de febrero de 1900. No pasó nada ese día. Demasiado forzado, demasiado medido, demasiado artificial. Un día, el 29 de febrero, que tampoco existió siempre. Que fue en otro momento el día 23 de febrero. Que hubo de ser inventado para ser inventariado. Un día en el que no suele pasar nada porque por no pasar no pasa ni el tiempo. Un día ideal para comenzar un inventario del No, de lo que nunca llega a pasar o de lo que no debería haber pasado. El día adecuado para inventariar un lugar, para poner en marcha una tentativa de agotar un espacio. Un día ideal para que todos los bartlebys del mundo digan eso de “preferiría no hacerlo”. El día ideal para que no suceda nada. Para no trabajar. Y, sin embargo, algunos 29 de febreros parece que existieron para que sucedieran cosas o para quedar registrados, anotados y ser recordados. Para ser interpelados e interrogados hoy. ¿Qué hubiera sucedido si el 29 de febrero de 1792 no hubiera existido? ¿Qué hubiera sucedido sin el 29 de febrero de 1904?. Si no hubiera habido lugar ni tiempo para que sucediera ese pequeño detalle minúsculo y molesto que provocó que Tolstoi dejara de escribir en su diario durante 6 meses. Nada habría ocurrido, nada hubiera tenido lugar porque no hubiera existido ese día. Qué pasa entonces cuando todo pasa inadvertido. Qué pasa si lo que hacemos y lo que somos, lo que nos sucede y nos ocupa no existe. Quién se ocupa entonces de contarnos. Quién nos escribirá? quien se ocupará "de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva: arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente…"