Me resulta apasionante la fuerza de la naturaleza, esa fuerza de crear vida en cualquier lugar y situación. Caminaba por A Coruña y mirando el suelo vi un registro posiblemente de riego y unos brotes que se resistían asomando por el lateral.
La fotografía, al contrario, era rápida, fácil, ubicua y barata, y fue usada para registrar todas las cosas, muchas de las cuales eran, según los criterios de los pintores, evanescentes y triviales. Es verdad: la mayoría de lo que la fotografía ha registrado era trivial. Sin embargo, una vez que las fotos eran tomadas se producía una cosa curiosa: por el hecho de haber sido fijadas esas cosas triviales eran elevadas de algún modo, y entraban a formar parte de la historia formal y de la tradición. Muchas de estas extrañas y achaparradas fotografías finalmente acabaron descansando en las paredes de los estudios de los pintores, donde sus extrañas y llamativas cualidades pueden ser contempladas y abstraídas.
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Por supuesto que la simplicidad es una virtud, más allá de esto, es una cuestión demasiado compleja como para generalizar impunemente. Se podría añadir con seguridad razonable que simple no significa vacío de contenido, obvio, normal, habitual, formulado, banal, o vacío.
—Jonh Szarkowski, Looking at Photographs (MOMA)