Instantes sagrados
«La civilización técnica es la conquista del espacio por el hombre. Es un triunfo frecuentemente logrado mediante el sacrificio de uno de los ingredientes esenciales de la existencia: el tiempo. En la civilización técnica gastamos tiempo para ganar espacio y el acrecentamiento de nuestro poder en el mundo del espacio se convierte en nuestro objetivo principal. Pero tener más no significa ser más y el poder que alcanzamos en el mundo del espacio se detiene bruscamente ante los límites del tiempo. El tiempo es el corazón de la existencia.
El más alto fin de la vida espiritual no es acumular un mundo de informaciones, sino afrontar los instantes sagrados.
(…)
La significación del Shabat consiste más bien en la celebración del tiempo que en la del espacio. Durante seis días a la semana vivimos sometidos a la tiranía de las cosas del espacio, en Shabat tratamos de ponernos a tono con la santidad en el tiempo. Es el día en que somos a participar de lo que hay de eterno en el tiempo, a pasar de los resultados de la creación al misterio de la creación, del mundo de la creación a la creación del mundo.
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“Aquel que desee penetrar en la santidad del día debe comenzar por abandonar la profundidad del bullicioso comercio y el yugo del trabajo afanoso; alejarse de la algarabía de los días disonantes, de la nerviosidad y el furor adquisitivo, y del engañoso peculado de la propia vida. Debe despedirse del trabajo manual y aprender a comprender que el mundo ya ha sido creado y que sobrevivirá sin la ayuda del hombre. Durante seis días a la semana luchamos contra el mundo, arrancando su riqueza a la tierra: en Shabat prestamos especial cuidado a la semilla de eternidad plantada en el alma. El mundo es dueño de nuestras manos, pero nuestra alma pertenece a Otro. Durante seis días a la semana tratamos de dominar el mundo, durante el séptimo día tratamos de dominar el yo.” (p. 20)
“El tiempo es como un desierto, posee grandeza pero no belleza. Su extraño, terrible poder, es siempre temido y rara vez alabado. (…)
Un día en que las horas no se despojan las unas a las otras, un día en que se pueda mitigar toda tristeza” (p. 29)
“No es un estado de conciencia diferente sino un clima diferente; es como si en cierto modo cambiara el aspecto de todas las cosas. Es fundamentalmente la conciencia de hallarnos ´dentro´ del Shabat en vez de hallarse el Shabat dentro de nosotros. Quizás no podamos discernir la justeza de nuestra comprensión o la nobleza de nuestros sentimientos, pero la atmósfera de ese día nos envuelve como la primavera que se derrama sobre la tierra sin nuestra intervención o conocimiento” (p. 30)
Abraham J. Heschel, Fragmentos del prólogo y el capítuo 1 de El shabat y el hombre moderno