Abandonarse al tiempo
Con el espíritu flotante y casi diría hechizado por esa actividad mental que me había transportado hacia el lado correcto de la habitación doble, me entregué al pasatiempo de crear listas, al vicio de ensartar en un hilo invisible las cosas en apariencia más variopintas. Con la torpeza de un orientalista diletante, con la tosquedad de un luchador de sumo que ingresa a un territorio de figuras de porcelana, me entregué al arte secreto y en desuso del "tsurezure" o "nagusamu", que en japonés significa "librarse de las horas muertas", expresión frecuente en tiempos de Sei Shônagon, cuando las damas de la corte del Japón, aisladas en habitaciones individuales, se enfrentaban a largos periodos de ensimismamiento y a veces pesadumbre, que algunas intentaban no padecer mediante la contemplación y la escritura de listas.
El arte secreto y en desuso del "tsurezure" o "nagusamu", que trescientos años más tarde daría pie al "Tsurezuregusa", el libro inestimable de Yoshida Kenko, consiste en librarse de las horas muertas por medio del gesto audaz de confiarse a ellas, de no oponerles resistencia, a la manera de las artes marciales del Oriente que se valen del impulso y de la fuerza del adversario para derrotarlo (en este caso, la falta de impulso). El arte secreto de aguzar la atención frente a lo que carece de relieve y sin embargo nos constituye; el arte de abandonarse al tiempo que parece vacío, inmóvil, y que en su flujo insensible nos transporta; llevar el registro, al estilo de Sei Shônagon en "El libro de la almohada", de lo ordinario y trivial, de los días que pasan, de lo apacible e íntimo y por fin uniforme, de aquello que ya no nos dice nada si no lo interrogamos. Descubrir las afinidades secretas.
Luigi Amara La escuela del aburrimiento Ed. SextoPiso, 2012