Miopía progresiva
Aquel día, pues, él conoció una de las formas extrañas de la estabilidad: la estabilidad del deseo irrealizable. La estabilidad del ideal intangible. Él, que era un ser consagrado a la moderación, se sintió por primera vez atraído por lo inmoderado: una atracción por el extremo imposible. En una palabra, por lo imposible. Y por primera vez sintió, en consecuencia, amor por la pasión.
Y fue como si se le curase la miopía y viese el mundo claramente. Fue la visión más simple y profunda que hubiera tenido del Universo donde había vivido y viviría. No una rápida visión de pensamiento. Fue tan sólo como si se hubiera quitado los anteojos, y justamente la miopía fuese lo que lo hiciera ver con dificultad. Tal vez fue a partir de entonces cuando adquirió una costumbre para el resto de la vida: cada vez que la confusión aumentaba y él veía poco, se quitaba los anteojos con el pretexto de limpiarlos y, sin las gafas, miraba al interlocutor con una fijeza reverberada de ciego
—Clarice Lispector. “Miopía progresiva”, en Felicidad clandestina. Grijalbo. Trad. Marcelo Cohen Levis Chokler.