Sospechas y certezas
La primera sospecha es la de vivir. No poseer lo que se cree es la segunda certeza. Encontrar lo que nunca se busca es la serendipia de la vida, un bálsamo en el asombro de los hallazgos, como un cielo azul de abril después de la lluvia y tan verdad como que rara vez se encuentra aquello que se busca.
Hay un anzuelo en cada esperanza; una renuncia en cada instante de fe; una muerte de fonemas por cada silencio. Sin embargo, no hay un hallazgo pretendido por cada búsqueda establecida.
Después de todo, los bordes y los límites son una zona nebulosa entre lo que intentamos ser y no ha hallado camino y lo que somos y no sabemos definir, como una laguna de aguas profundas que guarda muros de fortalezas que no se pueden ver.
El cauce se remonta, pero la posibilidad queda detenida, esperando, languideciendo somnolienta. Existe una distancia entre el ojo y la imagen que se refleja.
Antonio Gramsci (1971) desarrolló el concepto de hegemonía para hacer referencia a un orden social estratificado (con clases sociales) en el que los subordinados acatan la dominación al interiorizar los valores se sus gobernantes y aceptar la "naturalidad" de la dominación (tal es la forma en la que han de ser las cosas)
Pierre Bourdieu (1977) afirmó que todo orden social trata de hacer que su propia arbitrariedad (incluyendo mecanismos de control y opresión) parezcan naturales.
Tanto Bourdieu como Michel Foucault (1979) argumentan que es más fácil y efectivo dominar a la gente en sus mentes que tratar de controlar sus cuerpos.
La primera certeza es la inexistencia de estas. La segunda sospecha es la sospecha de la primera. El agua no sacia, lo que se aleja está cerca, lo pequeño es lo que más grande parece.
—Juan Carlos Pérez Aguilera, El diario de Reinaldo Huélago